La historia narra un episodio picaresco y dramático ocurrido en el suroeste antioqueño durante los años 60, al interior de un pequeño circo llamado Rimales en el que Resorte, un payaso estrambótico y cómicamente flaco, se convierte en la estrella que ilumina la pista de la desvencijada carpa, a punto de sucumbir por la carencia de artistas de cartel y el lamentable estado de sus instalaciones y finanzas.
Cuando todo marchaba de la mejor manera, Resorte es puesto preso luego de intentar robar el carriel de un hombre con quien se emborrachaba en una fonda, al amanecer. Don Eligio Morales, dueño del circo, y su mujer, doña Justi, logran sacarlo en un par de días de la cárcel luego de firmar una carta de compromiso. Esta situación se repite en otras ocasiones hasta que finalmente es puesto preso por un par de años.
Ante la condena inexorable el Rimales cae en desgracia, pero haciendo uso de todo su ingenio de viajero y hombre de circo y de mundo, don Eligio consigue un permiso para que Resorte pueda recibir en su celda a Retazo, un payaso casi anciano, desdentado, quien será su remplazo mientras purga sus desafueros.
Retazo logra atraer de nuevo el público y resarcir las vacías arcas, aunque nunca como Resorte, quien recupera su libertad y con mil promesas convence a don Eligio de su reingreso al circo. Retazo, comprensivo, vuelve a su pueblo y deja a Resorte en su antiguo rol de “Rey de la carcajada”.
Desafortunadamente, muy pronto sus malas andanzas lo llevaron esta vez no a la cárcel, sino al cementerio. Una andanada de machetazos quebraron sin compasión el maltrecho esqueleto del payaso de Tapartó, quien no contaba con el mal humor del hombre a quien pretendió robarle mientras dormía.